domingo, 9 de mayo de 2010

LA MASCOTA DE MARALENE

Lisa Steppe
traducción: UM

En la hora sombría de una mañana temprana
de junio supe que el animal aparecería.
Llamó ligeramente en el cristal de la ventana
con la pezuña del pulgar.
Sonó tan hueco que
no obstante me levanté tan rápido como pude.

Abrí completamente la puerta y lo dejé entrar,
el compañero de mis años de infancia.
Brilló desde las conchas marinas,
la mostaza silvestre
y las estrellas, desde el rocío, la roca y la arena.
Ladeó la cabeza bajo mi puerta de madera
para estudiar el pasillo, luego se introdujo
en la sala. Dios,
era tan ágil, tan insignificante.

Soy un ama de casa de especie femenina,
apenas permito entrar a todo mundo:
los muchachos escandalosos, los sujetos,
los vagabundos, los viajeros,
los traidores, los parientes.

Pero desde entonces el animal es señor
en el pasillo,
todo ha cambiado para esos hombres.
Podría estar como taza en mi mano,
como un chal
de seda, como un ranúnculo,
un moscardón, un reyezuelo.

De noche se acurruca en mi edredón
y me canturrea un arrullo. A veces
con dolor se levanta a mi lado
aquel animal de un amanecer de junio.

Algún día cuando esté dispuesto
lo tocaré por fin
con mi más cortés mano de terciopelo,
tocaré sus alas y pelvis,
su lomo y baldón púrpura.

Conozco su condición indestructible
que está coronada de clavos
y una púa, sólo puedo recordarte
que es nuestro antepasado
animal desde la cuna.

¿Qué piensas ahora
mientras termino mi canto?
Ruega, dime. ¿Continúo?
¿Empiezo de nuevo?

Esta vez, ponte viva, mi hermana
como si se acercara en el polvo
llevando tu grano y tu simiente,
como un gorrión en la palma
de la mano de Dios, tu porvenir,
tu muerte, Maralene.

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