sábado, 17 de julio de 2010

CAMPOS MINADOS

¿Hasta qué grado la violencia que asuela al país se ha tornado en una olla express a punto de estallar por la presión que ejerce el crimen organizado sobre la sociedad civil y las instituciones; es México un campo minado en que cada día es más frecuente enterarnos de que la víctima más reciente fue un periodista de algún punto de la frontera norte, Michoacán, Guerrero, Veracruz o cualquier otro sur, este, oeste, centro o Oaxaca; es lícito imaginar la superficie del territorio nacional como una alfombra de fuego, como un puchero de cabezas decapitadas o una caverna que se tragó decenas, centenas o miles de cuerpos descuartizados?


Más aun: la cabeza de Circe que dibujó Julio Ruelas (1870-1907), ¿resultó una premonición de los tiempos que corren y nos corroen; ese grabado movió a Sergio González Rodríguez para escribir su crónica íntima, El hombre sin cabeza; es la Internet el espacio que nos permite alejarnos del hedor que provoca un cuerpo separado de una cabeza que alguna vez fue un todo; no leer los diarios ni ver el video del coche-bomba que ayer estalló en el norte del país, nos concederá un sueño más profundo y balsámico esta y las noches subsecuentes; no responder a las llamadas anónimas y de voces desconocidas que pretenden tomarnos por el cuello para una extorsión probable, nos vuelve más inmunes al terror que se ha propagado por nuestra dermis como el gas con el que se exterminaba a miles de judíos en el pasado, pleno de campos de concentración?

Acaso Caravaggio, quizá la Salomé de Óscar Wilde, puede ser que los bocetos de Francisco Goitia de los colgados de la Guerra Cristera y los quemados en vivo que todos vimos por Tv Azteca en Tláhuac, hayan alterado nuestra rutina, la fuerza de nuestras pisadas en el asfalto, los plantíos del medio rural, el tic tac de todos los relojes, incluidos los que agotaron las pilas y la luz fosforescente de minuteros y segunderos. Todo esto es parte de nuestros miedos más recónditos mientras los llamados "delitos de cuello blanco" permanecen impunes, mientras los candidatos en campaña de todas las franquicias pactan con el crimen organizado.

De todo esto y más hablaron los autores Élmer Mendoza, Yuri Herrera y Martín Solares con Francisco Goldman en una mesa, en el Hay Festival, que abordó el tema de la conocida como narcoliteratura, género literario que se ha empezado a explotar de unos años a la fecha, con aristas suficientes para su experimentación no sólo en los géneros de cuento, novela y drama, sino en reportajes que han trascendido los límites de idiomas y, esperemos, del momento histórico que se vive.

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