jueves, 15 de julio de 2010

LOS TATUAJES DEL PANISMO

Durante el trabajo de mesa que se realizó para el análisis de la pieza Las criadas, de Jean Genet, en Torreón, Coahuila, en la década de los años ochenta, con vistas a su montaje por parte del grupo Investigaciones Teatrales (ITTAC) de aquella ciudad, propusiste que los personajes de Solange y Claire portaran tatuajes en el cuerpo y el uso de zapatos ortopédicos para subrayar el carácter expresionista de la obra.

Casi de inmediato, el actor que ensayaba el papel de la Señora rechazó tu propuesta con los argumentos de que aquellos que lucen tatuajes "marcan" su alma como seres marginales y disidentes de la norma social; que este tipo de símbolos distorsionaban el espíritu del autor que estaba impreso en los personajes; rechazó también cualquier implemento artificial como el calzado por las mismas razones; señaló que, en todo caso, era responsabilidad de los actores y su trabajo de investigación para delinear el perfil sicológico de su papel, independientemente de la visión de la directora, Nora Manneck, sobre el texto del dramaturgo francés.

Han pasado los años y aquellos que tienen el pie plano pueden usar plantillas ortopédicas, los que han perdido piezas dentales las sustituyen por puentes fijos o removibles, habrá aquellas y aquellos que se perforen los lóbulos para lucir aretes, pendientes, etcétera, que no es moda reciente sino tan ancestral como la existencia del hombre sobre la tierra. Más aún, nadie desconoce que hay personas de la faràndula que utilizan implantes allá y aquí, bótox, silicones o lo que está de moda en ese medio.

Es admirable y sorprendente enterarse que en las culturales orientales a las mujeres entrenadas para llegar a geishas se les educa desde niñas con zapatos especiales para que no desarrollen un pie grande, mediante el uso de calzado con determinadas características (y que resulta doloroso para las mujeres tiernas y en desarrollo); alela también ver las fotografías de mujeres africanas con decenas de argollas en el cuello para modelar una noción de elegancia en su cultura; sorprende también el concepto de belleza entre éstas (os) con una argolla en la base de la nariz y el encanto de su maquillaje en torso, brazos y rostro.

Pero que una miserable "funcionaria" del instituto de la mujer en Guanajuato haga un llamado a empresarios y centros de educación a rechazar a jóvenes que luzcan perforaciones en el físico o exhiban tatuajes en la epidermis resulta absurdo y estúpido; es una forma primitiva de negarse a entender la dimensión artística del arte y del creador. En todo caso, sólo exhibe al hitlercito que los panistas llevan dentro.

Para documentar nuestro optimismo, como lo señalaba a menudo el cronista Carlos Monsiváis, recién fallecido, se pone a disposición del interesado la liga del diario La Jornada, cuyo corresponsal en Guanajuato, Carlos García, da cuenta de las miserias de una administración panista que exhibe sus anemias sin pudor alguno.



http://www.jornada.unam.mx/2010/07/15/index.php?section=estados

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