lunes, 9 de mayo de 2011

SUCEDIÓ EN SOMBRERO QUEMADO

No sé quién está más muerto, si los que dicen que viven o los que están bajo tierra. De que les sirve vivir si están más muertos que los muertos; nada los conmueve, ni el robadero de Ismael, ni el desgobierno que padecemos, y hasta el matadero les es indiferente. Los educaron para callar y estan callados. La muerte de un desconocido apenas los hace parpadear, ante la de un conocido solo emiten un gemido, con la de un familiar solo sollozos y lloros en silencio. Duranguense, ¿quién te robo la voz? ¿el grito de rebeldía? ¿quién te quitó los cojones? ¿en donde perdiste el honor y la dignidad? quién te clausuró la boca, que la clausuró muy bien, pues ante las peores heridas y humillaciones solo emites pujidos. Las heridas no te duelen ¿Dios mío que le hiciste a esta gente?

Los delincuentes son los guardianes del orden, los ladrones son los encargados de administrar los recursos públicos; los cretinos son los dirigentes del pueblo. Ellos son los que fijan el "rumbo" de esta entidad. Vivimos en un mundo del absurdo, los buenos son los malos, los malos pasan por buenos, los ladrones vigilan nuestro patrimonio y la gente decente está en la cárcel. ¿Exagero?. Entonces porque Andrés Oppenheimer dice que México es un país surrealista, "donde solo puedes creer la mitad de lo que escuchas y nada de lo que veas".
La clase política que desgobierna, todavía tienen el descaro de cobrarnos impuestos para desvalijarnos. La clase gobernante nos cuida para que nos roben mejor, nos cuida para que nos secuestren, para que nos maten.
¿A esta entelequia se le puede llamar gobierno? Este gobierno lo sostenemos nosotros con nuestros impuestos, con nuestro silencio, con nuestra pasividad, inercia e inmovilidad. Ya la gente no distingue lo ilícito de lo licito, lo permitido de lo prohibido, lo bueno de lo malo. La corrupción ya es nuestra manera de ser, la honestidad es vista como anormal, el orden social se extingue, el estado de derecho languidece, hemos llegado a la anomia, y no nos hemos damos cuenta. ¡Ya no tenemos gobierno! ¡Ya no hay gobierno!.
El miedo y la cobardía nos paraliza, nos quitaron el habla, la dignidad y el honor. Esta tierra fue la cuna de Villa, de Contreras y de los Arrieta. Quizá Villa hizo bien al irse a Chihuahua, y ahí lo valoran y veneran. Mientras que el gran Calixto Contreras sigue sepultado en el olvido, y hace bien, para no ver que su pueblo de valientes ahora visten y actúan como mujeres. Por su parte, el alma de Domingo Arrieta volvió a sus quebradas, pues hasta el museo le desmantelaron.
Dicen que los muertos alimentan a los vivos; nuestros muertos son los que nos echan a andar. Pero si los muertos que nunca mueren se fueron, los corrimos y solo se quedaron los mediocres y arribistas, el ejemplo de esto es lo que guía a la juventud; una juventud degenerada y podrida que veneran al dios- dinero y a ídolos virtuales, de humo o de papel.
Secuestran a nuestros amigos, vecino, conocidos y desconocidos. Se los llevan, les dan tormento, los descuartizan, los decapitan, los cercenan; y ante esta bestialidad nosotros guardamos silencio, un silencio que se convierte en complicidad, es una especie de coautoría por omisión. Nuestro silencio es una aceptación tácita, una aprobación silenciosa. Somos como mansos corderos, que solo esperamos que vengan por nosotros y nos lleven al suplicio y al matadero.
En cambio, otros semejantes a quien no los ha hipnotizado la televisión, ante el extraño reaccionan con hospitalidad y ante la violencia, reaccionan con violencia. En el pueblo "Sombrero Quemado" del municipio del Mezquital, llegaron una banda de sicarios y robaron y les quemaron sus casas. El pueblo se reunió con otros pueblos, hicieron una asamblea, fueron por los sicarios y mataron a 20, muy pocos lograron escapar. Este pueblo está preparado para recibir nuevamente a los sicarios, pero no donde estos los piensan encontrar, sino donde los indígenas consideren el terreno más adecuado para emboscarlos. Ellos se solidarizaron como hermanos que son, para defender sus familias y sus vidas.
De nuestro pueblo abatido y sin rumbo, desvalijado y roto, ¿saldrán las manos, que se juntarán a otras manos para levantar la patria…?


(¿Alguien necesita materia para desarrollar una pieza brechtiana ubicada en un pueblo perdido de El Mezquital, Durango? La narración aquí expuesta por Gabino Martínez Guzmán da pie incluso para las letras de canciones a intercalarse entre una y otra escena. Todo es cuestión que de los dramaturgos vivos de ese santuario de sangre rumie y mastique el artículo del universitario para poner manos a la obra. Nota tomada del blog de don Gabino.)

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