martes, 17 de enero de 2012

Emergencia en la Tarahumara

Otra vez la penetración de las redes sociales creadas a través de la internet puso en boga un tema de por sí doloroso, pero que puesto en circulación a través del, aparentemente, falso anuncio de un suicidio masivo a través del Twitter, desató la solidaridad y los críticos comentarios hacia las políticas oficiales, especialmente a las instrumentadas por el gobierno federal.

Pero si los anuncios y comentarios a favor de la recolección de miles de despensas desataron la solidaridad de decenas de miles de personas en todo el país, las querellas de la clase política local los exhiben penosamente, no sólo por sus enfrentamientos políticos, sino por la grave desatención gubernamental, especialmente la federal, hacia las comunidades más pobres de la geografía nacional, entre ellas, por desgracia, varias chihuahuenses y que desató la controversia entre los diputados locales del PRI y del PAN.
En tanto que César Duarte y el diputado Alex LeBarón se quejaron de la “insensibilidad” del gobierno federal, el líder de los legisladores blanquiazules, Héctor Ortiz, salió en su defensa, llamando al gobernador a dejar de construir puentes y presas para comprar despensas.
Pero lo que ahora se hace estridentemente, meses atrás fue previsto por todas las organizaciones campesinas de la entidad, las mismas que hicieron un llamado a los gobiernos a prevenir lo que ya se preveía como un desastre alimentario, a causa de las heladas de un año atrás y la sequía presentada inmediatamente después. Dejemos las cosas en claro –por lo menos para el escribiente: El gobierno federal sí acusa una increíble insensibilidad social. Y el responsable de ella es el mismísimo Felipe Calderón, quien hace unos días vetó una resolución del Congreso de la Unión en la que le ordenaban destinar, de inmediato, ingentes recursos de todo tipo a fin de enfrentar tan desesperada situación.
La argumentación ofrecida por Calderón es de antología, acusó a los diputados de irresponsables pues no tenía de donde obtener los 10 mil millones de pesos a fin de hacer frente a los requerimientos aprobados por los legisladores.
Las quejas por tan desmesurada actitud motivaron la conformación de una caravana de las organizaciones campesinas hacia la ciudad de México para presentar sus quejas y propuestas a la Cámara de Diputados y al gobierno federal, pero también la construcción de una alentadora oleada de solidaridad nacional hacia los habitantes de la Sierra Tarahumara, lugar en el que si bien no se han presentado los suicidios de manera masiva, como se había rumorado, sí existen condiciones de verdadera emergencia humanitaria pues las comunidades, básicamente las rarámuris, no pudieron sembrar los granos básicos y al ser sus economías de autoconsumo, no hay posibilidad alguna de que puedan obtener maíz y frijol.
¡Ah, pero ya pueden comprar sus alimentos con tarjeta bancaria, como eufóricamente anunció Felipe Calderón, a fines de noviembre pasado, al poner en marcha el programa de bancarización, por pura coincidencia, en Batopilas, uno de los municipios más pobres del país: “Antes las madres de familia se guardaban el dinero en la ropa, debajo del colchón o debajo de piedras para evitar que se los robaran, ahora podrán tener el efectivo en el banco, seguras de que allí lo van a encontrar cuando lo necesiten”, dijo, exultante, Calderón.
Pero tales propósitos se antojan lejos de la realidad de la Sierra Tarahumara en la que priva una gran escasez de agua y alimentos y a la que deberá enfrentarse de inmediato, porque a los recientes casos de desnutrición mortales se les pueden sumar, y no es una frase catastrofista, una creciente cantidad, casi epidémica, pues para que la desnutrición adquiera el rango de mortal, las condiciones de escasez alimentaria deberán ser extremas y ese parece ser el caso de la sierra que tanto presumimos.
De tal modo que la gravedad de la situación debiera obligar a no incluirla en el temario político electoral de este año pues, ante ella, no salen bien libradas las dos fuerzas políticas más importantes en la entidad y el país en su desempeño gubernamental.
Nomás tómese en cuenta que de acuerdo con Martín Solís, dirigente de El Barzón-Chihuahua, se requieren 350 millones de pesos para afrontar el peligro de la hambruna en la Tarahumara. Ante reto, rezagos y olvidos tan grandes ¿Valen la pena las acusaciones que unos y otros se lanzan?


(Editorial de Luis Javier Valero, "Emergencia serrana", reproducida del Diario de Juárez.)

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