sábado, 23 de noviembre de 2013

Bassem Al-Meraiby (1960 )

Cuando el poeta eleva su espejo


El rostro de Bagdad es una sombra y un incendio.


El rostro de Bagdad, esas blancas piedras

que se reflejan en el agua de los tiempos.

El rostro de Bagdad

en tu espejo es fuego, una lluvia de meteoritos,

tempestades y el estallido de los cielos;

como un profeta fatigado por la visión de sus ojos,

se halla realmente agobiado por aquello que está viendo.

 
Tú levantas tu espejo

y le pides que la imagen deje de sangrar

que cese el flujo constante de la sangre sobre las afiladas piedras,

ésa es mi madre patria.

Y tus ojos están repletos de lágrimas,

el Tigris es un tatuaje sediento que rodea tu cuello
 
 
(texto tomado del blog "alpialdelapalabra", versión de Esteban Moore H.)

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