sábado, 15 de febrero de 2014

Eliseo Diego (1920/ 1994 )

Imaginemos un tiempo


Imaginemos un tiempo en que me haya alejado tanto
que los hijos de mis hijos y sus hijos
y los hijos de éstos a su vez
no vean en mí sino un extraño,
peor aún, en que no sea
ni siquiera un nombre, sino alguien
como ese vecino que vive a dos adustas puertas
y a quien jamás encontraremos en ninguna parte,
a no ser como el incierto esbozo de una espalda. Sí,
alguien tan lejano, tan inerme
como ese pobre curioso que se asomó a la verja
la tarde —o quizás la noche— en que las esclavas
iniciaron las lamentaciones por la muerte del pobre Séneca
mientras aullaba el perro de la cuadra.


No sabemos cómo será el sol entonces
pero sin duda
que ha de lucirles tan natural, tan sol como el de ahora,
y que aun será más cálido
puesto que al fin de cuentas el nuestro se habrá ocultado
definitivamente entre las húmedas páginas
de algún vago texto de historia. Y entonces
ese desconocido mío que imagino
tan lejos se llevará mi mano a su frente
tal como lo hago yo ahora, consolándole
no sabemos a quién qué oscuro pensamiento.




(fuente: "rua das petras")

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